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elena@honestamentehablando.com
Resulta fundamental descifrar las raíces de la conducta criminal con el objetivo de saber cómo abordarla y buscar herramientas de prevención; en este sentido, es imperativo utilizar la ciencia, el conocimiento y la experiencia para abordar una problemática que perdura en nuestra sociedad, con todas las consecuencias y secuelas que esto conlleva.
En primera instancia, es esencial tener en cuenta que no es prudente hablar de unicausalidad, que predisposición no es igual a determinismo y que en la actualidad existen numerosos estudios que muestran la plasticidad de nuestro cerebro y cómo el medio social, las interacciones, los aprendizajes conscientes enfocados a un objetivo, nuevos hábitos y rutinas, y principalmente, la voluntad pueden hacer cambiar aspectos de la personalidad contribuyendo masivamente en el abordaje y tratamiento de psicopatologías. Por supuesto, esto no aplica a todas las enfermedades mentales ya que afecciones graves como la esquizofrenia (donde se pierde contacto con la realidad), necesariamente deben ser tratadas con fármacos.
Hablamos entonces de multicausalidad cuando tenemos en cuenta diversos aspectos al momento de encontrar y explicar las raíces, la base de conductas criminales y psicopáticas en las personas. Por tal razón, cuando se trata de realizar estos acercamientos, resulta necesario estudiar los casos individualmente para hacer una aproximación más detallada acerca de lo que pudo desencadenar en determinada persona la aparición de conductas criminales. No obstante, a nivel general, los factores que están asociados con el desarrollo de conductas criminales y/o psicopáticas, se pueden dividir en tres grandes ejes: el factor biológico, referente a la genética, ya que somos el resultado de la evolución, por lo tanto, ya venimos con un mapa genético o información de base; claramente el ser humano no es una tabula rasa como solía pensarse en el pasado.
Otro eje, hace referencia a los aspectos funcionales y estructurales del cerebro y el sistema neuroendocrino encargado de la producción de sustancias y agentes bioquímicos que inciden en nuestro comportamiento.
Por otra parte, el tercer eje, está conformado por el medio ambiente, las interacciones que tenemos desde el mismo momento de nuestro nacimiento; aspectos psicosociales y emocionales, todas esas representaciones internas de la realidad que comenzamos a formar desde muy temprana edad, experiencias de nuestra infancia y las que vamos teniendo en el transcurso de nuestra vida juegan un papel crucial en el desarrollo.
Resulta fundamental conocer todo lo que, de una u otra forma podría influir en la conformación de comportamientos antisociales y delictivos; este conocimiento es valioso en la medida que proporciona mayores herramientas al momento de abordarlos, pero principalmente para idear estrategias de prevención. Es sumamente costoso y desgastante para el sistema en general abordar la problemática del crimen en nuestra sociedad, su permanencia es evidente, constante y creciente. El alto índice de actos delictivos en todas sus modalidades, ponen de manifiesto la falta de eficacia en las estrategias implementadas por el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Defensa desde las diferentes instituciones y organismos para combatirlo. Indudablemente, la percepción de la sociedad en general es que este fenómeno hace mucho se salió de las manos. Por esta razón es acuciante comenzar a estudiar minuciosamente las bases y raíces desde donde se forman los antisociales y el comportamiento criminal, para diseñar programas de prevención que realmente funcionen y se adapten a las necesidades específicas de nuestra población.